Llevo mucho tiempo extendiendo mis alas (tal vez demasiado), pero pasé mucho tiempo sin darme cuenta que las tenía, y cuando por fin las descubrí, me entró el pánico...no sabía volar. Pero entonces llegaban las preguntas : "y si no es para volar para que las quiero, que desperdicio", pero...no sé volar. Y pasaba otro dia, y pasaba otro año, hasta que un dia decidí extenderlas, y eran hermosas y me sentía bien con ellas extendidas, me sentía más poderosa, más libre, más sabia, porque conocía a muchas personas que aún no habían descubierto las suyas, y yo me había atrevido a extenderlas. Mi figura ahora resplandecía,y decidí aprender a volar, pero no conté con el aprendizaje, todo momento de vuelo debe contar con un proceso de aprendizaje. Pero mis alas me daban tal seguridad que decidí lanzarme, con un pequeño cursillo, sin entrenamiento, eso sí, desde una roca no muy elevada, pero como era previsible, me caí. La caida no fué muy grande, pero caida al fin y al cabo. Y como "no hay mal que por bien no venga" dice el refrán, decidí esperar para el próximo vuelo, esperar a que el viento soplara a mi favor, seguir aprendiendo un poco más, pero sobretodo he mantenido la sensación del vuelo, esa sensación de poder, de libertad. También es verdad que la sombra del miedo ronda siempre sobre mi cabeza. Hoy las estoy limpiando, las estoy preparando, pero no tengo prisa, quiero hacerlo bien, despacio, poco a poco, quiero probar desde más alto, quiero aprender a volar y mantenerme en el aire hasta que decida por mi misma bajar. Sé que pronto daré mi salto al vacío, mi salto de fé , pero esta vez no olvidaré al dar el salto que tengo unas hermosas alas y que puedo volar todo el tiempo que quiera con ellas, sólo necesito preparación y confianza en mi misma, en que sabré manejarme en el vuelo.
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