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sábado, 4 de junio de 2011

EL MISTERIO DEL CENTRO


Los seres humanos primero pasamos por por la experiencia de nuestro egocéntrico amor, posesivo y exigente, para poder crecer por encima de nuestro pequeño ego en un proceso de maduración que suele ser doloroso, y transformarnos en amantes generosos. Ayer hablando con África, me comentaba que nos estamos acercando al misterioso centro divino que habita en todos nosotros, y que por eso algunas personas nos encontrábamos tan ansiosas. Será entonces cuando lleguemos al centro cuando nuestra inquieta búsqueda de situaciones externas de felicidad y cobijo, puede hallar descanso y paz y plenitud en nuestro interior. Este camino de comunión con nuestra alma puede hacer que nos sumamos en una profunda oscuridad y abandono (que achacamos a menudo a compañeros externos). El tránsito a través de "la noche oscura del alma", como decía San Juan de la Cruz, se convertirá para nosotros en un camino hacia la claridad de la luz del amor. La imagen de nuestro anhelo no es un lugar o una persona, sino un estado interno de nuestra alma, así como un pensamiento y sentimiento transformados, una nueva actitud ante las cosas cotidianas de nuestra existencia.